viernes, 13 de octubre de 2017

Si no actúas, el universo te empuja

Empecé a trabajar para empresas desde los 17 años, siendo menor de edad.
Me sentía afortunada porque siempre trabajé en grandes empresas y nunca tuve que buscarlas, las cosas se daban fácilmente. 
Como empecé joven, comprenderán que no tenía estudios universitarios y cuando los empecé quedé embarazada.

Luego de 20 años de trabajar y sentir que no había más que ser dependiente y sacrificar tiempo con mis hijos, me cesaron de la última empresa en la que trabajé.

Yo estaba pasando por duros problemas económicos y a pesar de procurar mantener la energía positiva, a veces caía en el miedo a lo que pasaría. Sentía esa angustia que conocía muy bien y luego de llorar a solas, ponía mi mejor sonrisa y continuaba.

El día de mi cese sorpresivo, me levanté por la mañana de muy buen ánimo, sintiendo en mi interior que todo estaría bien, me encontraba con las energías arriba. Cuando recibí la noticia vino a mi mente todo lo que había estado pensando meses atrás. Quería dejar de trabajar en una oficina. Quería repotenciar mi negocio que empecé a principios de año. Quería encontrar mi camino, mi propósito de vida.

Con el sueldo que estaba recibiendo no lograba solucionar mis problemas y el hecho que me pagaran todos mis beneficios era la mayor bendición que me podía ocurrir. Muchas personas dirán: “¡estás loca!, te estás quedando si trabajo, reacciona” pero cuando se pierde el miedo todo lo que pasa se ve desde otra perspectiva. Esa sensación  no tiene precio.

Yo me  había propuesto renunciar, pero el miedo que había en mi subconsciente me impedía hacerlo, pero cuando el ser humano está preparado para el siguiente nivel se presentan maestros que te ayudarán a avanzar. El universo fue quien me despidió: “¡Salga de acá para que empiece a hacer lo que vino a cumplir en esta vida!”

Con mi salida gané tiempo y confianza en mí misma. Estoy empezando a llevar cursos para trabajar en mi transformación interior de manera integral y asistida, hasta el momento lo había hecho de manera empírica. Me apasiona lo que voy a hacer, hace que me levante feliz todos los días y eso trae consigo felicidad en mi casa.

¡Allá voy sueños suspendidos! Ya recordé para que vine a este mundo, lo olvidé el día que nací.

jueves, 12 de octubre de 2017

Te escucho

Hace dos semanas recibí un regalo, algo que pedía siempre, no es algo tangible pero si muy valioso, recibí tiempo.

Con tiempo he podido ver a amigos que no veía hace tiempo, escuchar lo que inquieta su corazón, darles palabras de aliento y si me lo permiten, un consejo.

Cuando alguien me cuenta su problema, presto mucha atención. Es indudable que reflejamos en el exterior lo que hay dentro de nosotros, por eso aquello que me cuentan me está mostrando algo que debo trabajar en mi ¿Qué complicado no?

Me costó mucho comprender esto, “No puede ser que todo lo que me digan tenga que ver conmigo”. Pues sí. El ego no  me lo dejaba ver. 
A pesar de todos los pensamientos limitantes que puedo tener y lo mucho que tengo que trabajar en mí, siento que las personas agradecen que los escuche, sienten que son importantes para otro. Es lógico, todos necesitamos ser escuchados, comprendidos, no juzgados.

No encuentro lógico que alguien juzgue el accionar del otro. En su situación quizás hubiésemos hecho lo mismo. 
No me gusta decirle a las personas lo que tienen que hacer, en lugar de eso le hago ver la situación desde fuera, para que reflexionen. Es allí donde los puedes conducir hacia una posible solución pero solo depende de ellos mismos.

El momento de despertar es diferente en cada quien, no importa cuando llegue, lo seguro es que llegará.

Todas estas experiencias me han empujado a hacer lo que desde hace tiempo deseaba en silencio: prepararme para ayudar a las personas a seguir el camino del despertar de conciencia.
No es un camino fácil y cada quien tiene que experimentar sus propias vivencias, todos tenemos problemas y traumas diferentes, pero el dolor es el mismo.

Para lograr esto debo prepararme y Dios me ha dado las herramientas para hacerlo realidad este año.

Hoy en día sé quién soy y que quiero hacer. Esta seguridad trae consigo paz interior, eso es lo que se necesita para perder el  miedo a todo.

Compartiré mi proceso por este medio y si puedo ayudar a alguien con mis experiencias habré cumplido con mi propósito de vida.